11:38 | Autor Comunidades

Carta encíclica de San Pío X Acerbo nimis

15 de abril de 1905

Si es cosa vana esperar cosecha en tierra no sembrada, ¿cómo esperar generaciones adornadas de buenas obras, si oportunamente no fueron instruidas en la doctrina cristiana? -De donde justamente concluimos que, si la fe languidece en nuestros días hasta parecer casi muerta en una gran mayoría, es que se ha cumplido descuidadamente, o se ha omitido del todo, la obligación de enseñar las verdades contenidas en el Catecismo. Inútil sería decir, como excusa, que la fe es dada gratuitamente y conferida a cada uno en el bautismo. Porque, ciertamente, los bautizados en Jesucristo, fuimos enriquecidos con el hábito de la fe, mas esta divina semilla no llega a crecer... y echar grandes ramas (Marc. 4, 32), abandonada a sí misma y como por nativa virtud. Tiene el hombre, desde que nace, facultad de entender; mas esta facultad necesita de la palabra materna para convertirse en acto, como suele decirse. También el hombre cristiano, al renacer por el agua y el Espíritu Santo, trae como en germen la fe; pero necesita la enseñanza de la Iglesia para que esa fe pueda nutrirse, crecer y dar fruto.

Por eso escribía el Apóstol: La fe proviene del oír, y el oír depende de la predicación de la palabra de Cristo (Rom. 10, 17). Y para mostrar la necesidad de la enseñanza añadió: ¿Cómo... oirán hablar, si no se les predica? (Ibid. v. 14).

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